8 de junio de 2011

Cenizas, organización, comunidad.

El lunes fue un día atípico, un día lunar. Amanecimos con un paisaje que oscilaba entre lo fantástico y lo desolador, y que se hacía más desconcertante a medida que los minutos pasaban y ni siquiera el sol se atrevía a despuntar. Y cuando comenzamos a entender lo que estaba sucediendo tragamos fuerte, respiramos profundo y nuestro ánimo, quizás estimulado por tantas películas de ficción, se ensombreció. Desde la radio nos pidieron mantener la calma. Y lo hicimos. Se recomendó que nos quedáramos en nuestras casas. Y nos quedamos. Se enfatizó la necesidad de cuidar el agua potable. Y la cuidamos. Todos éstos fueron importantísimos signos de conciencia ciudadana. Quizás algunas compras compulsivas o alguna pelea entre las góndolas para adquirir productos esenciales fueron las muestras de lo que no puede suceder. Eso, y el temor desmedido que muchos de nosotros experimentamos. Porque, ¿y si la caída de cenizas se prolongaba?¿Y si teníamos que aprender a vivir con la escasez?¿Y si se nos acababa el agua potable?¿Y si los accesos al pueblo quedaban cerrados?¿Y si se cortaba el suministro de energía eléctrica? Es verdad que todas estas posibilidades asustan, pero el miedo, o peor aún -el pánico- son las peores reacciones que podemos tener. Porque sentimos miedo cuando creemos que estamos solos; cuando creemos que si se nos acaba lo que tenemos en la alacena no vamos a tener a nadie con quien contar; cuando creemos que salir a comprar mucho para nosotros solos es la mejor o la única de las opciones. Es en estas situaciones cuando lo más importante es la organización y el sentido de comunidad. Ninguno de nosotros está solo, aunque muchas veces olvidamos que ser parte de una sociedad que busca el bien común es lo mejor que nos puede pasar o, más aún, lo que nos define como seres humanos. Porque vivir en comunidad, indudablemente, es la manera que ha encontrado nuestra especie para sobrevivir, superar adversidades, desafiar a la naturaleza y dominarla. Estamos seguros de que si re-aprendemos a vivir como una auténtica comunidad, la próxima vez que empiecen a caer cenizas, o la tierra tiemble, o suceda cualquier acontecimiento natural que dificulte nuestras condiciones de vida, ya no sentiremos miedo, porque habremos adquirido la certeza de que, entre todos, encontraremos siempre la mejor manera para organizarnos, ayudarnos, trabajar y superar cualquier adversidad. Este es el mayor desafío en los tiempos que corren.
Es por eso que, a pesar de la situación de alerta que aún se mantiene en nuestra ciudad, y en caso de que la COEM (Comisión de Emergencias) no determinara medidas contrarias, este VIERNES 10 DE JUNIO, a las 19:00 hs, en la Sala Günther Blaas del Centro Cultural Cotesma, tendremos la primer reunión de padres y delegados del Proyecto Tercer Tiempo. En principio para explicar los objetivos y las metas del proyecto, su funcionamiento y el procedimiento de inscripción. Pero si debido a las condiciones climáticas y naturales tuviéramos que hablar de otras cosas, pues no hay nada que consideremos más importante que reunirnos, organizarnos y trabajar cooperativamente. De hecho, esto es lo que siempre hemos buscado desde Tercer Tiempo: construir comunidad.


¡Los esperamos!




Lucas Verduga Santillán

Lic. en Filosofía

Colaborador del Proyecto Tercer Tiempo

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