SALVADOR DEL CAMPEONATO
Como si hubiéramos tenido pocas emociones durante la última jornada vivida en el “Chango Soria”, todavía faltaba una final para el infarto. La última historia sería protagonizada por los dos equipos finalistas del torneo de varones, Las Águilas del Sol y Los Lobos del Barrio de la escuela nro. 188 del barrio El Arenal.
Sin lugar a dudas, las Águilas, fueron hasta este momento, el mejor equipo del torneo. Los más regulares, pero además quienes mejor fútbol habían mostrado a lo largo de toda la competencia. En cambio Los Lobos de la 188 llegaban a la final con un equipo que fue de menor a mayor. Sin ir más lejos, en el debut del torneo, fueron vapuleados precisamente por Las Águilas del Sol por 7 a 1. Pero mucha agua paso bajo el puente antes de esta final, y Los Lobos de apoco se fueron acomodando sin grandes individualidades pero con un gran compromiso de cada uno de los integrantes del equipo. Clasificaron 2dos en su zona detrás de las Águilas. El fixture, hizo que se tuvieran que enfrentar en 4tos de final con el equipo “sensación” de ese momento, Los Únicos de la escuela 134, a quienes en un partido épico lograron derrotar por 1 a 0. Luego vino la consolidación de lo que venían insinuando y en una clase magistral de fútbol le ganaron 6 a 1 al Casma de la 274 en semifinales, equipo con quien también habían perdido cuando jugaron por la fase clasificatoria.
Pues bien, así llegaban los dos este partido final. Claramente Las Águilas eran favoritas, pero, con Los Lobos no había que fiarse.
El partido comenzó a jugarse como proponían Los Lobos de la 188, una marca asfixiante sobre Marco Ricaurte y Joaco Roldan, complicaba las intenciones de Las Águilas de jugar con la pelota al piso y hacerla circular. Todo se hacía trabado y sin demasiada llegadas con peligro de gol. Pero faltando 3 minutos para terminar el primer tiempo, salió un pelotazo del área de los Lobos ejecutado por su capitán, Ricardo Palma, y Manuel Conteras una de las figuras de los chicos del Arenal, anticipó de cabeza al arquero de Las Águilas, Franco Coronel y puso el partido 1 a 0. Golazo de Los Lobos que creían estar viviendo un sueño. Siguieron jugando de la misma manera hasta finalizar la primera etapa. A esta altura, se podría decir que por primera vez en todo el torneo, este cronista, vio cara de preocupación en los jugadores de la escuela del Sol. Se venía un segundo tiempo no apto para cardiacos. Los dos equipos realizaron los cambios correspondientes para que jueguen todos los chicos y nadie se quedara sin vivir la experiencia de jugar una final de estas características. En el comienzo del segundo tiempo, parecía que Los Lobos controlaban el juego, si bien quienes proponían y tenían más la pelota eran Las Águilas, los chicos de la 188 seguían marcando con la misma intensidad del primer tiempo. Pero de tanto insistir los chicos del Sol tuvieron su premio, un error en la defensa de Los Lobos fue bien aprovechado por Joaquín Roldán quien luego de dejar dos jugadores en el camino toco la pelota al medio del área para que aparezca “el salvador”, Salvador Pusineri que había ingresado hacía minutos a la cancha y la empujara con mucha frialdad al gol. Era el empate y todavía restaba casi 7 minutos para terminar. Hasta ese momento había alargue. Pero… una combinación entre Ricaurte y Roldan, hizo que el 10 de Las Águilas llegara con pelota dominada por la banda izquierda hasta el borde del área de los Lobos y enviara nuevamente la pelota al medio para la entrada de Pusineri, pero esta vez no fue salvador quien la empujo sino un defensor que involuntariamente se llevó la pelota por delante, era el 2 a 1 cuando solo restaban 3 minutos por jugar. Las Águilas del Sol ahora si respiraban y veían cada vez más cerca su sueño de campeón. El delegado de Los Lobos mandó toda la “carne al asador” puso a Manuel Conteras junto a Nacho Llanquín, pero ya nada podrían hacer para quietarles el titulo a los chicos de la escuela del Sol, fue 2 a 1 final y después de desató el delirio. Las claves del campeón: Un arquero sobrio y seguro como Franco Coronel, dos defensores aguerridos pero prolijos a la hora de manejar la pelota, como Felipe García y Lucas Alfonsín, un jugador de toda la cancha que nunca desentonó como Bruno Soria, un goleador explosivo como Joaquín Roldan, un estratega descomunal, como Marco Ricaurte y por si fuera poco, un salvador, que apareció en los momentos más difíciles, como Salvador Pusineri. Por esto Las Águilas fueron campeones, porque tuvieron grandes individualidades pero sobre todo construyeron un verdadero equipo.
Luego vino el final de la fiesta, la entrega de los trofeos la vuelta olímpica, los “Dale Campeón, dale campeón”.
Compartieron el podio los cuatro equipos que jugaron esa tarde, festejaron todos abrazados, se felicitaron y se consolaron entre ell@s, y más allá de quien se queda con las copas, demostraron que no hubo vencedores y vencidos, solo hubo ganadores, y fueron justamente ell@s, l@s chic@s.
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